Les hablo en clase a mis alumnos extranjeros de Dalí, a quien conocen, Lorca, de quien han oído hablar, y de Buñuel, que les resulta totalmente desconocido. Se me ocurre ponerles unos minutos de El perro andaluz, la famosa escena del ojo cortado. Enseguida Youtube nos obsequia con un vídeo promocional de Battleship, una cosa norteamericana con ocho segundos de épica digital y muchas explosiones. Mis alumnos bostezan, porque son las ocho y media de la mañana. Por fin llegan las primeras imágenes buñuelescas: el hombre afilando la navaja, la luna a través de la ventana, la chica que se sienta en la peluquería. Después el primer plano del ojo y la navaja que entra blandamente. Dos chinitas se tapan la cara y la danesa del final suelta un grito ahogado. A los demás les cambia la cara. La música no se escuchaba bien, el blanco y negro no se podía comparar con la fotografía de la películita yanqui, pero...
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Y de la ficción a la realidad. Me cuentan esa misma mañana algunos casos de crucifixiones reales de muchachas en Irak y, lo que es peor o más inquietante, la historia de una pobre chica secuestrada en su país, violada con catorce años y llevada a España, donde, para intimidarla a ella y a sus compañeras, los tipos no dudaron en violar, torturar y crucificar antes sus ojos a un hombre y una mujer que habían intentado escapar del prostíbulo. Nunca me han atraído los sucesos y quizá por esto, porque la historia me ha entrado por los ojos sin quererlo ni esperarlo, la impresión de horror me duró todo el día. Inevitablemente piensa uno en las fechas en las que estamos y en el sacrificio de la Cruz. "¿Pero no sabes que estas cosas pasan todos los días?", me dicen. Esta idea tan amarga no consuela pero sirve a la meditación. Para el no creyente, la realidad de estas brutalidades, aunque sea oculta y minoritaria, puede hacerle reflexionar sobre el progreso del género humano. Y para el que cree, pero está mal acostumbrado a las palabras o a las imágenes de siempre, tal vez así pueda entender mejor la actualidad sobrecogedora de la Pasión, el hecho tremendo de que Jesús sigue clavado en la Cruz a todas horas.
Vale. Por poner una nota de humor sobre la primera parte del post, mi hermano me contó una vez una anécdota muy divertida acerca de lo que saben los extranjeros de España. Sobre todo los extranjeros de países remotos. Bajas del avión, descubren que eres español y enseguida exclaman: ¡Spain! ¡Tortilla, La Roja, Almodóvar... he is crazy!
ResponderEliminarUn abrazo,
Esa película de Buñuel todavía toca fibras, es tan actual. Hace poco se las puse a mis alumnos y quedaron profundamente impresionados. La escena esa del ojo rasgado es ya de los grandes momentos del cine mundial.
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