Tengo que despertar a uno de mis hijos mayores y me voy orientando en su habitación a oscuras hasta que subo de golpe la persiana para que entre la luz. Él empieza a proclamar con una voz muy rara:
-Grññmmrmmmgruñfxllltino.
-Pero, ¿qué está diciendo?
-Digo que mgrññfxlmrttimpetummmgrnñññxflxrrrtino.
-Tío, tú deliras.
Y me voy.
Por la tarde, vuelve de la universidad. Cuando le abro la puerta, me suelta por sorpresa:
-"El ímpetu cruel de mi destino,
¡cómo me arroja miserablemente
de tierra en tierra, de una en otra gente,
cerrando a mi quietud siempre el camino!"
-Pero, ¿qué dices?
-Eso, el poema que te estaba recitando cuando me despertaste por la mañana.
Y me lo dice así, tan fresco.
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Mientras tanto, en la cocina, su madre, la madre de todos, se enfrenta a los fallos en el examen de lengua de L. Ella sostiene nerviosísima el papel con las respuestas tachadas por el profesor. El chaval, primero de la Eso, la mira con la indiferencia de un Buda sentado.
-Pero, a ver, ¿qué es esto de que la Chanson de Roland está escrito en italiano?
-Puffff.
-A ver, atiende: La pregunta tenía tres posibles respuestas: a) italiano, b) francés, c) español. ¿Por qué dijiste que estaba escrito en italiano?
-Pufff...
-Pero, ¿por qué?
-¡¡¡Que sí, que sí, que ya sé que está escrita en español!!!!
Este hijo mío sí que nos va a sacar de pobres, en vez de perder el tiempo en tonterías.
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Y ahora el poema completo de Francisco de Aldana que tanto desvela a S. y que yo, culpable, le recomendé hace unos días:
El ímpetu cruel de mi destino,
¡cómo me arroja miserablemente
de tierra en tierra, de una en otra gente,
cerrando a mi quietud siempre el camino!
¡Oh, si tras tanto mal grave y contino,
roto su velo mísero y doliente,
el alma, con un vuelo diligente,
volviese a la región de donde vino!
Iríame por el cielo en compañía
del alma de algún caro y dulce amigo,
con quien hice común acá mi suerte;
¡oh, qué montón de cosas le diría!
¡Cuáles y cuántas, sin temer castigo
de fortuna, de amor, de tiempo y muerte!
genial
ResponderEliminarJavier: estáis educando a unos hijos demasiado cultos. Eso os va a traer problemas a vosotros y a ellos.
ResponderEliminarUn abrazo,
No te creas que no me preocupa, Víctor. Menos mal que tengo otros que no durarían ni cinco minutos de camareros en el bar de un polígono industrial. Los echarían por ordinarios.
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