martes, 3 de abril de 2012

La carne, la muerte y el diablo

Lectura de La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica de Mario Praz. Erudición espectacular y exquisito discernimiento. Si hacemos caso al autor, que tiene buenos argumentos para su tesis, gran parte de la literatura del XIX está atravesada por la sombra alienada de un escritor mediocre, el Marqués de Sade. Por aquí y allá sale un Baudelaire o un Dostoievsky que superan al maestro y hasta consiguen que se olviden sus huellas. Pero, al final, en el último capítulo, el de los decadentistas (Péladan, Lorrain, el mismo Wilde o Huysmans, y otros mucho menores) da la impresión de un desfile de perversos o de imbéciles. Tanto misticismo falsísimo, tanta glorificación del dolor propio y ajeno, igualándolo al placer sexual...La última frase del libro lo dice todo: "de tantas y tan variadas cosas, raras y extrañas, tenían necesidad  los Gautier, los Goncourt, los Des Esseintes, los Lorrain, en aquel siglo que tuvo todos los exotismos y los eclecticismos para distraer la itnranquilidad de los sentidos exasperados y para compensar la falta de una profunda fe y de un auténtico estilo".

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