lunes, 14 de mayo de 2012

La literatura o la vida

En las clases del Civican estamos con los escritores de la época soviética: Bábel, Ajmátova, Pasternak, Mandelstam, Bulgákov. El martes hablé algo de éste último y de El maestro y margarita, una historia delirante en la que el diablo y sus secuaces bajan al Moscú de los años treinta y se dedican a hacer toda clase de gamberradas a costa de los dirigentes soviéticos. Escrita en la época de Stalin, estuvo prohibidísima hasta la época de Gorbachov. Me cuenta una colega rusa que El maestro y Margarita la trajo en una versión clandestina su madre a mediados de los años ochenta. La leyeron en dos días, porque había que devolverla cuanto antes, no fueran a pillarlos con las manos en el libro. Con qué emoción se leería aquella novela admirada por su genio literario y su valentía moral. Qué importancia especial se le daría a cada página, devorada a toda prisa, recorrida con toda atención, como si de un texto sagrado se tratase. A veces pienso si la literatura, como algunas virtudes, no necesitará de presiones externas para desarrollarse y producir buenos frutos. Y al revés: si las sociedades inmaduras y opulentas no serán incapaces de tomarse en serio nada, incluso la literatura.
Otro tipo apasionante es Ossip Mandelstam. Condenado al ostracismo, lo mataron de forma misteriosa en un penal de Vladivostok. Tras la muerte de Stalin, sus poemas se recuperaron gracias a la buena memoria de su esposa, que los había llevado en la cabeza durante años por temor a que las autoridades le encontraran papeles de su difunto en un registro. A Mandelstam lo descubrí gracias a una espléndida traducción de Aquilino Duque. Uno de sus poemas mejores lo puse ya en el blog. Otro que me gusta mucho lo copio aquí:


Leer tan sólo libros infantiles,
y tener infantiles las ideas.
Todo lo grande dispersarlo lejos,
resurgir de lo hondo de la pena.

Mortalmente cansado de la vida,
no espero nada de ella,
pero amo la pobre tierra mía
porque otra nunca viera.

Yo me mecía en un jardín lejano,
en un simple columpio de madera,
y unos abetos altos, negros,
recuerdo en el delirio de la niebla.


1 comentario:

  1. Estimado Javier,
    para ahondar en la historia de Ossip y Nadezhda Mandelstam, le recomiendo este artículo de Juan Forn
    http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-184880-2012-01-06.html
    Cordialmente,
    Ramiro

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