Larga conversación con X, escritor y amigo. Hablamos de proyectos y de publicaciones. De pronto él me suelta:
-Está siempre más difícil meterse en alguna editorial si quieres publicar narrativa. Otra cosa es si tienes libros de crítica, ahí nunca he tenido problemas, o incluso poesía, porque el editor sabe que no va a ganar nada.
Si mi amigo, que tiene sobrada experiencia y prestigio, dice eso, qué será del resto de los mortales. Para consolarme pienso que lo que importa es acordarse de aquello que decía un personaje al final del extraordinario cuento de Isak Dinesen, El festín de Babbette: "Es terrible e insoportable para un artista ser alentado, aplaudido para hacer una cosa lo mejor posible, por segunda vez. A través del mundo se propaga un grito largo que brota del corazón del artista: ¡dejad que lo haga lo mejor que me sea posible". Escribir sin pensar en lo que digan o lo que hagan con lo tuyo. Y lo demás son monsergas.
Si mi amigo, que tiene sobrada experiencia y prestigio, dice eso, qué será del resto de los mortales. Para consolarme pienso que lo que importa es acordarse de aquello que decía un personaje al final del extraordinario cuento de Isak Dinesen, El festín de Babbette: "Es terrible e insoportable para un artista ser alentado, aplaudido para hacer una cosa lo mejor posible, por segunda vez. A través del mundo se propaga un grito largo que brota del corazón del artista: ¡dejad que lo haga lo mejor que me sea posible". Escribir sin pensar en lo que digan o lo que hagan con lo tuyo. Y lo demás son monsergas.
En lo artístico, hoy es imposible pensar que se pueda vivir de ello sin tener presente la maldita crítica, por acertada que sea. Desafortunadamente el arte actual, en el más amplio sentido, se depende más del "qué dirán" que de las musas. La arquitectura, en la mayoría de los casos, se depende más de la necesidad social que del sentir del arquitecto. En la pintura, más del galerista o de la exposición de turno, que del alma del pintor. En la literatura, salvo raras excepciones, del editor. Todo ello amén de las consabidas excepciones del tipo Miquel Barceló. ¡Qué utopía poder ser sin depender!...
ResponderEliminarel lector ha muerto, y menos mal. la red ha sido el disparo.
ResponderEliminardesde el Otro Lado, Mangano
Desde luego, Ragtime, no te falta razón: necesitamos de auxilios materiales y, además, de un interlocutor (no me refiero sólo a la escritura, sino, como bien dices, también la intura o la arquitectura). Sin embargo, fíjate qué ahora mismo con el blog se pueden hacer muchas cosas... y, sin ir más lejos, ya hay estudios y congresos sobre la literatura del blog...
ResponderEliminarEl lector de antes ha muerto, Mangano. Lo han tirado por la ventana y sin red.
ResponderEliminarEs, ciertamente, difícil vivir "de ello", y, sobre todo, apenas depende de nosotros; más propio, y más importante, es el vivir "para ello". Al menos en poesía, y respecto a que los tiempos pasados fueran o no mejores, puede recordarse que los grandes del siglo de Oro, por poner un ejemplo, murieron inéditos casi todos: circulaban, en vida, sólo en manuscrito. Como dijo Brines, la poesía no tiene público: tiene lectores. En cualquier caso, "ser" no es "ganarse la vida con ello"; semejante identificación me parece no sólo errónea, sino peligrosa. "Ser" es, efectivamente, hacerlo lo mejor que uno pueda, sin pensar en el eco que le aguarde a lo que hacemos. Eso vendrá después, sólo en una pequeña parte -como decía- dependerá de nosotros, y, en cualquier caso, nunca debiera ser lo decisivo.
ResponderEliminarComentario de lujo, marinero.
ResponderEliminarMuy acertado, marinero, pero con matices. Brines se equivocaba. La poesía tiene público y, además lectores. No son excluyentes.
ResponderEliminarRespecto a si "ser" no es "ganarse la vida con ello", completamente de acuerdo. Sólo me limité en mi comentario a reproducir una realidad, no un deseo. Pero ya puestos, en la arquitectura, por ejemplo, el artista está a lo que le digan, pues depende de un presupuesto que suele ser rebajado por directrices de otro (encargante del trabajo), pero esto, hoy, y en Siglo de Oro. No obstante, se puede "ser" en todo caso, faltaría más.
En definitiva, hablo de una necesidad (medios auxiliares le llama Javier), que en muchos casos (yo diría que la mayoría) no están cubiertas.
Me gustó el comentario... insisto, algo utópico, salvo que entendamos la diferencia entre ser y deber ser.
¿Y qué hay de la película, El festín de Babette? Maravillosa también ¿no?
ResponderEliminarUn abrazo,
Absolutamente maravillosa.
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