Leo esto en el blog de Víctor González:
Los poetas se distinguen del resto de los hombres de una forma muy sencilla: si se les hace una pregunta, sea la que sea, los poetas auténticos no pueden evitar dar la respuesta correcta.
-Vale. ¿Pero qué pasa si dos poetas muy distintos dan respuestas distintas? ¿Quién tiene la razón?
-Los dos. Muchas veces en la vida de cada quien no hay una sola respuesta correcta para una misma cuestión.
¡Ah!, ¿pero la respuesta correcta no es solo una?
ResponderEliminarGracias por la cita. Ya te conocía de oídas, así que volveré por aquí.
Buen blog.
A propósito de la chica de "La línea de sombra" de la entrada anterior y con perdón, creo que hiciste mal en suspenderla. Debiste de haberla enviado a algún taller de creación literaria tipo Fuentetaja o algo así.
Mi favorito de la Antología del Disparate (de la original) también es una chica que ante una pregunta en la antigua Reválida de 4º, un tema a desarrollar en realidad, El Califato de Córdoba, escribió lo siguiente:
"No me da tiempo, pero lo sé. Virgen Santa, Virgen Pura, haz que me aprueben esta asignatura".
Un abrazo,
Genial, genial, porque es así.
ResponderEliminarImposible expresar las verdades más profundas con una demostración por el método científico.
Como inaccesibles a la razón sola, necesitan (para aproximarse a ellas) algo más que la razón sola.
Y con distintas expresiones podemos acercarnos por distintos ángulos, como los sabios orientales ciegos se acercaban al elefante.
Y yo pregunto, sin ser poeta... ¿y cual es la pregunta correcta? A ver poetas auténticos, contestad... yo creo que la suerte del poeta auténtico es que no puede equivocarse. La respuesta correcta... ¿realmente eso le importa al poeta? Yo creo que le importa más cómo contestar que contestar correctamente.
ResponderEliminarGracias, Víctor. Bueno, seguramente la chica escribió una de las varias respuestas correctas. Lo que pasa es que se equivocó de formato y, encima, no me terminó de responder. A ver, venga: ¿cuál era el tercer personaje? Todavía, veinte años después, me despierto sudoroso por la noche y me sigo haciendo la misma pregunta...
ResponderEliminarA mí también me convence, Juan Ignacio, la fábula del elefante y, cada vez veo más claro que no hay un solo punto de paoyo, ni un solo lenguaje, para aproximarse a la verdad, que no es relativa, pero sí poliédrica.
ResponderEliminarÁlvaro: tu comentario tiene mucha miga, lo que quiere decir que a lo mejor eres poeta sin saberlo.
ResponderEliminarTe respondo: toda pregunta implica una respuesta determinada, así que, siguiendo la lógica de mi argumento, no habría "una" sola pregunta correcta, sino varias en función de la respuestas. Pero, por aclararme yo mismo, tengo que decir que la idea que subyace a todo esto es que el lenguaje poético es, por así decir, una potenciación del lenguaje común. No es, por así decir, una "desviación", una "anomalía", sino una manera más rica de expresar lo que habitualmente decimos. Ante un paisaje podemos simplemente decir: "Qué guay", o también: "Mil gracias derramando/ pasó por estos sotos con presura/ y yéndolos mirando,/ con sola su figura,/ vestidos los dejó de su hermosura" (San Juan de la Cruz dixit). El segundo caso dice más cosas, es más "correcto", o sea, más cercano a la verdad profunda de las cosas...
Por otra parte, por supuesto, al poeta le interesa expresar el "cómo", pero eso no está desligado del "qué", de la misma forma que hay palabras que nos expresan mejor que otras. Cuando se preocupa tanto por el "cómo" está descubriendo parcelas del "qué", porque el lenguaje no es un simple transmisor del pensamiento, sino que lo modela, lo configura, le añade matices.