Siempre me quedó la duda de qué había sido de la primera mujer de Neruda, la holandesa Maruca, aquella por la que se preguntaba el propio poeta en Confieso que he vivido... Menos aún se ha sabido de su hija Malva Marina de la que Neruda no se acuerda en el mismo libro. La mala memoria a veces tiene una fácil explicación, como se puede leer en este artículo que trata con delicadeza un asunto más bien turbio y triste.
Nunca me ha resultado demasiado simpático Neruda, pero sus mejores libros de poesía tienen un sitio fijo entre las lecturas obligatorias de mi curso de Literatura hispanoamericana I. Qué bueno es separar la persona de sus palabras. En la vida cabe incluso la posibilidad de ser mejor persona que lo que dictan tus propias palabras. Pero en la literatura sólo te miden por lo que dices.
La foto es original de la autora del artículo, Isabel Lipthay.
A mí Neruda me ha parecido siempre un aprovechado: le quitó el nombre al extraordinario escritor checo, abandonó a su mujer y se desentendió de su hija minusválida.
ResponderEliminarY disiento: ni para que sobrevivan hay que separar a la persona de sus palabras. Hay siempre en ellas algo del autor, una huella imborrable.
No puedo asentir sin dudas a eso de que "cabe incluso la posibilidad de ser mejor persona que lo que dictan tus propias palabras".
ResponderEliminarEs más fácil, eso sin duda, que las palabras sean mejores que nosotros.
Pues gracias a los dos por disentir... Si todo fueran palmaditas, vaya rollo. María: aunque comparto tu antipatía por ciertos aspectos de la personalidad de Neruda (no me parece lo peor tomarle el apellido a Jan Neruda), creo firmemente que la mayoría de los escritores no son unos santos. Tampoco tienen que ser unos monstruos (Neruda no lo era, por cierto), pero lo principal es juzgarlos por lo valioso que nos han dejado, o sea, sus palabras. Cierto que hay una huella de su vida en ellas, pero no estoy tan seguro de que sea imborrable. Depende del lector, de la misma forma que el valor de una obra literaria no sólo está en su calidad intrínseca (que ya es bastante), sino en la disposición y las cualidades del lector cada vez que abre el libro.Un saludo.
ResponderEliminarJuan Ignacio: yo hago mías tus dudas. En realidad, para curarme en salud, puse en mi frase un "incluso" que matiza la posibilidad de lo que afirmo. Bien, yo lo que quería decir es que a veces puede suceder que la gente adopte posturas más o menos fanfarronas ante la vida, o más o menos malditas, que nos se correspondan con su verdadera vida. Pero, por supuesto, no es una actitud general. En la vida suele darse más veces lo que tú dices y en la literatura, por cierto, quizá también las palabras son mejores que los verdaderos sentimientos de los poetas que las profieren.
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