Pagué la novatada y no miré bien el billete. No me bajé en Hamm (desconfíaba de una estación con nombre ajamonado) y de pronto me vi llegando a una ciudad de nombre imprevisto. Me bajé con cierta alarma y descubrí unas casas feas, además de un andén desarreglado en donde vegetaba una chica cuya figura era, en sí misma, un rotundo homenaje a la albóndiga. La chica, para variar, no sabía inglés y, tras algunos esfuerzos, conseguí hacerme entender en alemán. Yo debía llegar a Soest, una pequeña ciudad al sur de Münster, cambiando dos veces de tren. Al final lo conseguí, pero tardé una hora más de lo previsto.
Soest es un pueblo muy agradable, salvado increíblemente de los bombardeos y las restauraciones posteriores a la guerra. Su tamaño escaso y su relativa importancia lo preservaron de la mirada de los aviones aliados. Pero fue ciudad destacada en la Edad Media, cuando se asoció a la liga hanseática. Quizá ésta sea una buena norma para viajar por Alemania: fijarse en los lugares que tuvieron algún interés en la historia anterior al siglo XIX, pero que entraron en decadencia con la modernidad. Allí tuvo que haber menos destrucción.
Hay cuatro iglesias magníficas en Soest. Santa Maria zu Höhe, la más escondida pero acaso la más bella de todas, tiene una bóveda románica con un fresco de dieciséis ángeles. Absolutamente extraordinaria (se puede ver aquí). La de al lado, Santa Maria zu Wiesse, es un gótico luminoso, con dos torres imponentes que, por desgracia, están restaurando y por eso pierden prestancia (pero no siempre sucede así, pienso ahora: a las torres de la catedral de Pamplona, por ejemplo, los andamios les favorecen bastante). Y también hay, por supuesto, el lago imprescindible, en medio de la villa, casi un estanque por su tamaño. Hoy ya no se utiliza para asear la ropa o para otros menesteres menos limpios, pero antes tenía otras utilidades. En el siglo XIII los vecinos tiraban a los agnósticos al agua desde unas escaleritas amarillas (el amarillo simboliza la vergüenza). Más que un castigo espantoso, creo, era una gamberrada medieval, porque la charca debía de estar muy cochina en aquel entonces con las aguas menores y mayores de todo el pueblo.
Hacía un día de mucha paz y mucho sol. Los alemanes, que adoran la luz, habían salido todos a la calle y por aquí y por allá se les veía tan contentos dedicados a sus actividades favoritas: comprar flores, tumbarse junto al lago y comer helados gigantescos. Así creo yo que es la vida aquí.Un montón de chicos fornidos y chicas rubiazas y glotonas devorando helados sin parar que, horas más tarde, con el atardecer, se quemarán en sesiones interminables de jogging y bicicleta por los idílicos jardines y promenades del pueblo.
Sin duda el gran relato, pero también mi estado lunero (de lunes, entiéndase), favorecieron que me transportaras con toda facilidad a Alemania.
ResponderEliminarQué buen consejo el dado, para no caer en el turismo empaquetado: "Quizá ésta sea una buena norma para viajar por Alemania: fijarse en los lugares que tuvieron algún interés en la historia anterior al siglo XIX, pero que entraron en decadencia con la modernidad".
Imaginate que vengo de lo de Enrique con el tema de D'Ors y la modernidad, así que...
Estoy yo un poco lunero ahora, Juan Ignacio, cuando se termina el día laboral aquí, pero puedo decirte que Alemania no es en absoluto un país turístico y, sin embargo, aquí y allá guarda algunas sorpresas. Mejor para los que vengan acá.
ResponderEliminarHola Javier. Fui alumna de una de tus asignaturas durante mi Diploma de ELE. "Literatura Hispanoamericana". He caido en tu blog por sorpresa, habiendo pasado primero por scriptor.org. El caso es que como mencionabas Alemania y concretamente Soest, una ciudad que me encanta, queria darte otra pista sobre el pasatiempo numero uno de los lugarenos: en un dia de sol, una cervecita con cena ligera o abundante en el afamado Brauerei Christ: http://brauerei-christ.com/galerie/index.php?album=Aussenbereich&show=2
ResponderEliminarY en Soest esta tambien la posada mas antigua de Westfalia, Pilgrim Haus, del siglo XIV. Y por supuesto el pan negro mas apreciado en Alemania, hecho en los hornos Haverland, que creo es la "Backerei" mas antigua del pais... Muy bonita la foto que has puesto, por cierto. Saludos, Estibaliz
Caray, cuántos datos interesantes, Estíbaliz. Muchas gracias por todos ellos. Lo malo es que, a base de dar pistas sobre todos estos lugares no demasiado conocidos por el turismo masivo, al final terminaremos cargándonoslos entre todos.
ResponderEliminarY gracias también por la foto: me alegro de que te gusta.
La semana para ver cual es el plan mas esperado en Soest, es esta semana en su Kirmes, todo el pueblo está lleno de atracciones mecánicas (carruseles), está lleno de puestos de comidas, y el frio y lluvía de la época pasa a segundo plano en el ambiente de los Soester. He visto la transformación de este pequeño lugar, todo para lo que suceda esta semana. No pierdan a Soest de vista http://www.allerheiligenkirmes.de/ftp/webcam1.php
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