Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado,
y parece que un beso te cerrara la boca.
Etc: el resto del poema es muy conocido y se puede ver, por ejemplo, aquí.
Al revisar mi lista, veo que también está la parodia del mismo poema, en la voz de Luis Alberto de Cuenca.
EL DESAYUNO
Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
Y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
“Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno”.
La ligereza de los versos de Cuenca no debería confundirnos. Comparado con el de Neruda, yo diría que éste es un amor más vital y, sin duda, más maduro. Ojo, no estoy diciendo que un poema sea mejor que el otro. Neruda ha expresado de forma admirable el ensimismamiento narcisista que tiene todo amor en estado adolescente. A una novia o un novio se le suspira al principio; no importa demasiado si habla mucho o poco. Mejor que no hable, incluso. Pero luego llegan los momentos de la verdad y se quiere a la persona con sus virtudes y defectos. Si persiste la cosa y el amor aumenta, al final puede que uno se entusiasme hasta con las manías del otro hasta el punto de comérselo a bocados. Y de ese amor furioso, pero libre y voluntario, hablan los versos de Luis Alberto.
A mi el "me gustas cuando callas porque estás como ausente" me recuerda a una canción que se popularizó con la película Notting Hill: "You say the best when you say nothing at all". Y ambas manifestaciones me parecen de un machismo absoluto (las dos se cantan o recitan a mujeres).
ResponderEliminarLo siento si mi feminismo es tan poco poético.
No conocía el poema de Luis Alberto de Cuenca, pero me gusta. Leeré más.
ResponderEliminarHombre (perdón: mujer), tienes toda la razón. Es de un machismo absoluto. Pero, bien mirado, cuánta poesía amorosa desde Petrarca, no lo es... En fin, cada cual tiene todo el derecho del mundo a poner el acento en tal o cual punto del poema. Si a alguien le molesta el machismo indiscutible de Neruda (que tiene mucho que ver también con su ego), comprendo que no soporte el poema. Y si, a pesar de todo, le emociona, pues muy bien.
ResponderEliminarBuena decisión, mòmo.
ResponderEliminarHola Javier. El enlace al poema de Neruda no funciona. El de Cuenca me ha gustado, así que me lo quedo. Luego buscaré el de Neruda y los leeré en paralelo y usaré tu último párrafo, con tu permiso y citándote, en algún lugar en cuanto pueda.
ResponderEliminarGracias, Ion. He mirado lo del enlace y me parece que ahora ya va.
ResponderEliminarAhora sí. Gracias.
ResponderEliminarUna observación y un disentimiento. La primera: el poema de Neruda es de sus veinte años; el de LAC, de una edad bastante más tardía. Que el sentimiento tratado en uno sea más maduro que el del otro me parece seriamente discutible, pero en todo caso, y cronológicamente al menos, no sería motivo de crítica para Neruda. El segundo: yo me imagino perfectamente a una mujer (o a un hombre, según gustos) enamorados de un hombre y hablando de cómo les gusta su silencio, sin que ello implique necesariamente... lo que sea lo contrario del machismo, es decir, un abuso de (pretendida y absurda) superioridad. No veamos el machismo, tan real y presente en tantas cosas, incluso donde no tiene por qué estar. Que a uno le guste una mujer cuando calla no quiere decir que le esté diciendo que no tiene nada que decir (y perdón por el laborioso juego de palabras), o que mejor haría en no decir nada. Son cosas diferentes. Igual que el que uno dedique un poema (como tantos hay, algunos espléndidos) a la amada dormida no significa que no quiera verla despierta.
ResponderEliminarAdoro ese poema de L.A. De Cuenca, me parece chispeante, ingenioso, divertido, tierno y culturalista a la vez.
ResponderEliminarY ese día de la poesía, ¿en qué día de la semana cae?
Para mi corazón basta tu pecho,
ResponderEliminarpara tu libertad bastán mis alas.
Este si que suena machista, pero es precioso. Y basta con darle la vuelta (tu corazón, mi libertad) o pensar que lo ha escrito una mujer, y todo arreglado.
La "solución" de los buenos poemas es que superan las categorías prefijadas y los prejuicios, Ignatius. Se pueden leer de muchas maneras y desde muchas situaciones, y éste es el caso.
ResponderEliminarA mí no se me había ocurrido lo de la amada dormida, marinero, pero es verdad que hay poemas espléndidos sobre el asunto (sin ir muy lejos, Enrique G-M tiene alguno). A mí no se me ocurriría escribirlo porque siempre me quedo dormido el primero. Por lo demas, Neruda te da la razón en lo de que no está reñido admirar a la amada en silencio y que a uno le guste verla hablando, cuando dice en el último verso "me alegro, me alegro de que no sea cierto".
Adaldrida: el día es el 21 de marzo.
¿No sobra un "no" en el séptimo verso del poema de L. A. de C.?
ResponderEliminarPues sí. No sale el endecasílabo con ese "no". Lo corrijo, porque he debido de copiarlo mal. No es verosímil ese error en L. A. de C. Buen ojo, Plinio.
ResponderEliminarHoy tenía la sensación de que mi sensibilidad estaba a flor de piel, y creo definitivamente que es así. Al leer tu blog y descubrir EL DESAYUNO me he emocionado. La primera vez que leí este poema me encandiló, y lo sigue haciendo cada vez que lo vuelvo a leer. Y hoy me ha vuelto a pasar, y he revivido esa sensación maravillosa del enamoramiento, tal y como lo describes. Gracias, Javier.
ResponderEliminarCoincido: a mí cada vez me gusta más también. Señal de que es un poema muy bueno y verdadero.
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