miércoles, 3 de junio de 2009

Más sobre Ícaro

Durante algún tiempo anduve yo muy contentito con el microrrelato que puse ayer en el blog. Con él obtuve una mención en un concurso de ficción mínima que organizó la Universidad de Salamanca hace unos meses. Mi ego recibió ración doble de colesterol. Así estaba yo hasta que caí del burro (o del cielo, como Ícaro) cuando Gabriel Insausti, espléndido traductor de W.H. Auden, me dijo que el poeta británico había escrito un poema muy famoso sobre el asunto. Luego vino Miguel d'Ors y me lo volvió a recordar. Mis sabios amigos tenían razón: El dichoso y magnífico poema es una reflexión sobre cómo los antiguos maestros comprendían lo relativo del dolor de cada uno, su valor limitado frente al fluir inevitable del tiempo. El final establece una comparación con el cuadro de Brueghel "La muerte de Ícaro":

In Brueghel's Icarus, for instance: how everything turns away
Quite leisurely from the disaster; the ploughman may
Have heard the splash; the forsaken cry,
But for him it was not a important failure; the sun shone
As it had to on the white legs disappearing into the green
Water, and the expensive delicate ship that must have seen
Something amazing, a boy falling out of the sky,
Had somewhere to get to and sailed calmly on

En el Ícaro de Brueghel, por ejemplo: cómo todo le vuelve
La espalda la tragedia sin inmutarse; es probable
Que el labrador oyera el chapoteo, el grito resignado,
Pero a sus ojos no era un fracaso importante, el sol brillaba
Como debía sobre las blancas piernas envueltas por el agua
Verde, y la nave costosa y delicada que vio sin duda
Algo asombroso, un niño que caía de los cielos,
Tenía adonde ir y prosiguió su viaje imperturbable. 
(trad. de Jordi Doce)


Para colmo, hay más variantes sobre el mismo tema. Hay, que yo sepa, un poema de William Carlos Williams, también traducido por Jordi Doce, y otro del peruano Eduardo Chirinos aparecido en el primer número de la revista Letral. Todos se inspiraron, nos inspiramos, en lo mismo. 
Conclusión: la originalidad es un mito. Si alguno viaja a Bruselas, le recomiendo que vaya al Museo de Bellas Artes y, si le brota, que escriba algo sobre el cuadro para mayor gloria de Brueghel el viejo.

2 comentarios:

  1. Yo en "mi otro blog" estoy sometiendo a revisión algún que otro mito, en forma de microrrelato. Con el de Ícaro tal vez me atreva algún día. Independientemente de la originalidad, tu relato me ha gustado.

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  2. Gracias, Juan Antonio. Miraré tu otro blog: lo de los mitos da para mucho en poco espacio

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