sábado, 6 de junio de 2009

Volando

Esta semana he hablado bastante de aves. Primero el microrrelato de Ícaro, que era un pájaro aficionado, y luego los comentarios sobre ornitólogos y escritores. Sin embargo, aunque no me retracto de lo que puse hace dos días, es verdad que por suerte existen filólogos, profesores de muy seria carrera universitaria, que han sido o son excelentes poetas. Y si no, ahí tenemos a Miguel d'Ors, de quien acaba de salir una antología publicada por Renacimiento. Además de los textos publicados en libros anteriores, el lector encuentra seis inéditos. A mí me ha emocionado en especial uno de ellos por su sabia combinación de oficio y sinceridad, patrimonio de los grandes. El poema, elegíaco, se titula "Belinha (1958-2005)" y está dedicado a una hermana del poeta:

Un oscuro designio de Quien es
el propio Amor y toda la Justicia
te denegó la luz de la razón.
Algún día veremos que era bueno,
que fue un resorte decisivo para
la Gloria del Universo.
Hasta entonces guardemos esas cosas
en nuestro corazón -arca de Fe-.

Pero ya algún atisbo me anticipa
la claridad final: esa carencia
tenía un reverso misterioso de
privilegio: que nunca hicieras mal
y tu paso dejara en esta vida
la misma estela pura que los ángeles.
Más: tu debilidad nos hizo ser
a cuantos estuvimos cerca de ella
mejores que nosotros. Y hoy que ya
vives la luz del rostro del Eterno
a todos tus hermanos nos mejoras
un poco más con tu oración perfecta.

Acaso a ti, de todos la más pobre,
a la que todo lo necesitaba,
a la que en tanto tiempo llegó apenas
a balbucir "vacas" y unos cuantos
nombres propios cercanos (eso sí:
uniendo con raro instinto los
matrimonios), precisamente a ti,
nosotros, tus hermanos, los llamados
normales, los que siempre te mirábamos
con lástima, por una de esas bromas
de la Divina Providencia, acaso
cuando llegue la hora verdadera
te debamos la Bienaventuranza.

4 comentarios:

  1. Me ha encantado este poema, impresionante, que tan bien explica sin explicar la verdadera bienaventuranza de los que viven sin razón. Y los tenemos, o tuvimos, tan cerca.Y de lástima, ni en vida ni en la muerte, jamás.
    Lástima, de nosotros si acaso.

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  2. Inmenso, como todo lo bello y lo triste y ambos.
    Un saludo, este tampoco será el último.

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  3. Javier de Navascués7 de junio de 2009, 7:23

    Con poemas tan emocionantes, bellos, tristes y esperanzados (añadiría yo), como éste de Miguel d'Ors, es fácil que la entrada sea buena. Gracias por vuestros comentarios.

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  4. La verdad, Javier, que el poema es bueno, muy bueno.

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