miércoles, 21 de septiembre de 2011
Rutinas del otoño
Ya empieza el otoño y, con él, una rutina nueva. Pronto parecerá inverosímil que alguna vez hayamos caminado envueltos en sol, igual que hace tan poco tiempo pensábamos incrédulos que se podía vivir atrapado por las ropas largas y ese cielo húmedo que sentimos tan cerca.
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Aunque lo de la envoltura de sol suena a exageración literaria para quien ha veraneado en Galicia. Galicia tiene otros alicientes que sólo quienes se habitúan a ella quieren y conocen. Por eso, los mismos nativos-esos que se quejan los primeros del tiempo, pero ay de ti como se te ocurra secundarles-, cuando se refieren a su tierra la mencionan con su no sé qué de complicidad. Nadie dice, cuando habla de su casa, "Vuelvo a Andalucía, a Castilla o a Cataluña", sino "vuelvo a Cádiz o a Valladolid o a Barcelona". Allí, en cambio, cuántas veces se suspira con un "Vuelvo a Galicia", y no a Lugo, Vigo o La Coruña. Es como regresar al hogar, que les abraza nada más atravesar los puertos de La Canda y el Padornelo.
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Y otra rutina más: el cole. Y esos deberes con series lógicas: cuadrado, triángulo, cuadrado, triángulo... ¿y qué viene después? A mí se me ocurren los candidatos socialistas desde el comienzo de la democracia: uno guapito y presidente, otro calvo con barbas perdedor, otro guapito y presidente, y ahora otro calvo con barbas... ¿perdedor?
El otoño me sienta fatal.
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