jueves, 1 de septiembre de 2011

Lecturas de verano

Este ha sido el verano en el que casi he conseguido no leer ninguna novela policíaca y apenas he tocado la poesía. Después de eliminar lo que me tragué por obligación profesional, aqui va una lista rápida de lecturas.

Tobias Wolff: En el ejército del faraón
Recuerdos de la experiencia del autor en la guerra de Vietnam. No incurre en ningún tópico, no es autocompasivo y está magníficamente escrito. Todo el libro tiene un aire de verdad. De toda la lista, creo que es el libro que recomendaría a un mayor número de lectores.

Muriel Spark: El banquete
Unas cuantas parejas de ricachones londinenses se reúnen para cenar en casa de un amigo. En apariencia todo se presenta muy trivial, pero en cada capítulo se va rebobinando la historia hacia atrás hasta que de pronto te das cuenta del enorme desaguisado que se va a producir. La Spark nunca defrauda.

Muriel Spark: Curriculum vitae
...Bueno, a veces sí defrauda. Esta autobiografía despeja muchos balones comprometidos, se mete con algunas gentecillas sin necesidad y, para mi sorpresa, cuando evoca los hechos sobre los que la autora se basó para sus ficciones, resulta que los recuerda con simpatía (con la mala uva que gasta en sus novelas). Por suerte el libro no está traducido.

Martin Amis: Tren nocturno
Sórdido relato que incumple el voto que me hice de no leer nada que oliera a policiaco. Amis es un excelente narrador, desde luego, pero este libro no me ha terminado de convencer, quizá porque confieso no haber entendido bien el final.

Rubem Fonseca: El cobrador
El cuento que da título a la colección  es de lo más salvaje que he leído nunca. Si al lector le queda respiración al final, puede reflexionar sobre la violencia en Río de Janeiro.

Ivan Vásov: Bajo el yugo
Libro raro de la benemérita colección Libro amigo de Bruguera. Novela búlgara del siglo XIX sobre las luchas de independencia contra los turcos. Un clásico de su país y una sorpresa agradable para mí.

Henry Fielding: Tom Jones
Este best seller del verano de 1746 ha sido mi gran descubrimiento del verano. Mil páginas de sucesos contados con una ironía genial. Un libro para leer con la calma con que se lee el Quijote y con la tranquilidad de saltarse de vez en cuando uno que otro capítulo ensayístico-moralizante. Fielding no es tan grande como Cervantes, claro, pero muy recomendable.


Robert K. Massie: Pedro el grande
Una biografía muy interesante sobre un personaje increíble. Fue premio Pulitzer.

Rudolf Baumgardt: Carlos XII, el paladín del Norte
Otro personaje apasionante, el gran rival del zar Pedro I. Pero el libro decepciona. Biografía novelada con mucha épica y un tufo medio nazi (la traducción es de 1944).

Katherine Mansfield: En una pensión alemana
Otro hallazgo tardío el de esta enorme escritora de cuentos.

Jane Austen: La abadía de Northanger
Todas las novelas de Austen siguen siendo tan cursis como buenísimas, qué más se puede decir.

Voltaire: Cándido
Otro clásico que tenía pendiente. Sátira muy divertida al principio, pero que a mí me ha terminado cansando, quizá por ser demasiado recurrente la tesis. Los personajes (o monigotes) representan ideas recibidas que el autor satiriza una y otra vez en clave de farsa.

Benedict Anderson: Comunidades imaginadas
Citadísimo y valioso ensayo histórico sobre el origen de los nacionalismos. Me ha servido, por ejemplo, para comprender mejor el papel de la lengua como unificadora (o inventora) de las conciencias nacionales.

Gerardo Castillo: El adolescente y sus retos
Manual para padres con adolescentes en verano.

8 comentarios:

  1. Es alucinante lo que te cunde el tiempo...
    Bienvenido tras el parón veraniego y gracias por los títulos.

    ResponderEliminar
  2. Hace años me leí los Cuentos Completos de Katherine Mansfield y me deslumbraron. Había uno, 'Felicidad', que es de los que más me han impresionado en mi vida.
    Tobias Wolff es muy bueno.
    Me apunto a Anderson y a ver si me lanzo con Spark.

    ResponderEliminar
  3. Tomo buena nota, Javier, siempre agradezco las recomendaciones de gente cuyo criterio aprecio.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Leí hace tiempo La abadía de Northanger. Confieso que lo cogí con reparos -prejuicios acerca de su cursilería-, pero me sorprendió. Recuerdo, sobre todo, haberme reído bastante con ella desde el principio, desde esa presentación de la heroina romántica que no logra dar el perfil, entre otras cosas porque su madre se empeñó en no morir de posparto y en seguir gozando de una salud envidiable.

    ResponderEliminar
  5. Casi me clavas un ROSCO, menos mal que VOLTAIRE cayó en su día. Creo que MANSFIELD caerá en breve, no eres el primero que me habla bien de sus libros.

    ResponderEliminar
  6. Muchas gracias a todos por estar ahí después de tanto silencio. Abrazos.

    ResponderEliminar
  7. Me dejas anonadado, Javier. No he leído ni uno salvo el Voltaire. Estoy hecho un antiguo. Y un vago, claro. En fin, ¡salud! Y un abrazo,

    ResponderEliminar
  8. Algún personaje de Jane Austen puede ser cursi. Ella, nunca:

    "Here was a woman about the year 18oo writing without hate, without bitterness, without fear, without protest, without preaching." (Virginia Woolf en "A room of one´s own")

    ResponderEliminar