Ya son ganas de molestar con los adjetivos. Ahora resulta que todas las tormentas que uno había conocido eran imperfectas, pero con ésta nos vamos a enterar. Un amigo me decía ayer: "Vivimos tiempos apocalípticos, Javier: a la gente le gusta pensar que estamos cerca del fin del mundo. Y así nos distraen con lo del cambio climático, la gripe A... Hace un par de años el peligro inminente en España era la desertización y ahora, mira la que está cayendo..."
Se me ocurre que antes, allá por el año 1000, la gente se imaginaba el apocalipsis como un castigo divino; ahora el castigo sigue igual, pero hemos cambiado un mito por otro. En vez de apelar a una Justicia implacable que viene del Cielo, hablamos de los científicos, aunque nuestra información directa sea de segunda o tercera mano. El polo norte se hunde, un glaciar ha chocado y en el desierto del Sáhara se resfrían los camellos. ¿Y la culpa? Nuestra, nuestra y sólo nuestra. Antes pecaban los hombres contra Dios, ahora contra su sucedáneo, la naturaleza.
A mí también me choca mucho lo de la "troementa perfecta". ¿Lo perfecto no es la calma? ¿Qué opinará un marinero de ese adjetivo?
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Por cierto!
ResponderEliminarVisto de otra forma, ahora todo tiene un culpable humano. Antes una desgracia de la naturaleza era un misterio que nos hacía, en el peor de lo casos, "reclamar" a Dios. Ahora ni siquiera eso. Ya nadie "se enoja con Dios". Siempre se busca un "culpable humano": el presidente por no haberlo prevenido, los científicos por no haberlo pronosticado, tal funcionario por no haber hecho las obras que hubieran impedido, etc.
El hombre no sólo ya no es el pecador. Si no que además es Dios, porque todo está en sus manos.
Nota científica: el desprendimiento de hielo en el glaciar de la Antártida, según decía en una nota, dijeron los científicos que no se trata de calentamiento global sino algo que sucede muchas veces.
Juan Antonio: acaba de amanecer aquí en Pamplona y lo que hay es calma perfecta después de un buen vendaval. Sin duda ha habido destrozos y desgracias, pero para tormenta perfecta, un huracán en el Caribe, por ejemplo. O las que haya visto un marinero, en efecto. Es que hay unas ganas de asustar a la gente...
ResponderEliminarTienes mucha razón, Juan Ignacio: No obstante, es curioso que, lo mismo que ahora las quejas sean más fácilmente dirigidas, cuando no se sabe a quién quejarse o incluso, agradecer, la gente se inventa unos circunloquios rarísimos. El otro día cierto especialista en deportes de riesgo que se había salvado "milagrosamente" (este adverbio todavía no está en desuso) español decía "quiero dar las gracias por todo lo que me ha pasado para salvarme". Gracias... ¿a quién?
A mi también me chocó lo de la "tormenta perfecta", aquí, en Cádiz, eso siempre ha sido un temporal.
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