lunes, 1 de febrero de 2010

La dieta del detective

El otro día fuimos a comer a un restaurante en la Rioja y me tocó elegir el vino. No me acuerdo qué pedí, pero el camarero me sugirió otro que yo no conocía. "¿Y cómo ese ese vino?, le pregunté un poco mosqueado. "Pues más moderno y divertido", me replicó sin pestañear. Y a la nueva pregunta de qué consideraba divertido en un líquido rojo, me plantó una cascada de adjetivos que soy incapaz de reproducir porque en ese momento no llevaba la libreta a mano. Al final me dejé convencer y, por cierto, el vino no valía nada.
Siempre me ha intrigado la pobreza de nuestro lenguaje para expresar sensaciones físicas. El idioma es rico para evocar matices de color, pero nos niega el gusto. Por eso, un escritor es grande cuando consigue transmitirnos sabores, murmullos, perfumes. Nadie tan sensual como Evelyn Waugh en Brideshead revisited cuando Charles Ryder se lleva a la boca el cigarro que Julia acaba de dejarle.
He terminado Las marismas de Indridason y me doy cuenta de que me ha quedado un sabor pelín desagradable a causa de su sordidez ambiental: la lluvia, los cadáveres, los interiores abandonados y la pésima dieta del comisario Erlendur: hamburguesas y platos precocinados en el microoondas. Todo comido a toda prisa y de mala gana. Hace tiempo que en la novela negra se puso de moda meter los gustos culinarios de los protagonistas. Empezó Vázquez Montalbán con su Pepe Carvalho y allí le siguieron otros gourmands del crimen como el comisario Brunetti de Donna Leon, Montalbano de Camilleri, el inspector Jaritos de Petros Márkaris, etc. Sin duda hay mucho esnobismo progre en todos estos individuos, pero no deja de ser curioso que todos sean mediterráneos. En cambio, los detectives escandinavos, qué pobre gente: muertos de frío y de hambre.

4 comentarios:

  1. ¿Así que Indridason no? Yo he trasteado estos días con el detective Erast P. Fandorin de Boris Akunin y es simpático.

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  2. Lo del vino "moderno y divertido" me ha encantado. ¡Qué razón tienes con lo de la pobreza del lenguaje para el gusto. En cuanto a Indridason, en La mujer de verde, el detective sigue la misma dieta pésima... Je, je, je.
    Un abrazo.

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  3. Gracias por la recomendación, Ion. Voy a ver. En cuanto a Indridason, me ha gustado y lo recomendaría. Lo que sucede es que hay libros que pueden gustar por unos motivos y disgustar por otros.

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  4. El divertimento se extiende a todo hoy dia... Hay cuadros divertidos, alfombras divertidas, ya lo dice Usia en su Tratado de las buenas maneras. Yo personalmente prefiero los vinos graciosos a los divertidos.

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