Fue un segundo único. El hombre bajó la cabeza, sus músculos se relajaron y dio un suspiro. Las nubes ocultaron el sol y sopló de repente una brisa húmeda. Por un milagro que tuvo mucho de arte, aquel segundo se movió y empujó a otro, y éste a otro, y aquel a otro, y así sucesivamente: el sonido del primero siguió resonando muchos años después en miles de imágenes: el miedo del cristiano ante los leones, una aldeana con el rosario entre las manos, las Cruzadas con su pista de sangre y sueños, Galileo encerrado en su estudio, los ojos de Miguel Ángel en
Y ahora, tanto tiempo después, me pregunto si ahora, ahora que pulso el teclado para terminar estas líneas , mi mano no se seguirá moviendo a causa de ese segundo infinito.
martes, 9 de febrero de 2010
Pregunta
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¡Magnífico!
ResponderEliminar¡Precioso! Este es de antología...
ResponderEliminarCada palabra un vendaval. Bonito, muy bonito. Gracias.
ResponderEliminarGenial.
ResponderEliminarPues qué puedo decir sino ¡muchísimas gracias!
ResponderEliminarLa verdad que muy bueno, me sumo a los halagos.
ResponderEliminarMmmmmm, un segundo infinito. Algo así como breves minutos, pero bien usado, claro. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarDe extraordinaria belleza, Javi.
ResponderEliminarEn texto como para recuperar -con la ayuda de Dios- la fe.
...Y no suelo regalar elogios.
Aunque hayan pasado los días, gracias, amigos...
ResponderEliminarMuy bueno. Alguna vez hice algo parecido (un juego en mi caso) con respecto a mi cumpleaños, pero ampliando lo del segundo a un minuto, creo, je, je... Se ve en mi blog, en nosequé cumpleaños.
ResponderEliminarGracias, Kike: No conocía tu blog, pero ahora lo iré visitando.
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