viernes, 2 de octubre de 2009

Nerudeando


"Un gran mal poeta". Así calificaba Juan Ramón Jiménez a Pablo Neruda con bastante mala uva. Todas las palabras malintencionadas, cuando las dice una persona inteligente, tienen algo de verdad, aunque sólo sea una pizca. Esta semana hemos comentado en clase los Veinte poemas de amor y una canción desesperada en la edición de Morelli. En mi enésima relectura he vuelto a comprobar los gramitos de verdad de la frase de JRJ en algunos versos de Neruda. El poema con que se abre el libro es la apoteosis del mal gusto. Y luego, mientras vamos pasando las páginas, está esa facilidad sentimental, ese regusto morboso y adolescente en complacerse con sus penas amorosas, esa melancolía barata con que mira a la amada y le dice que callada está más guapa:

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.

O como retrucaba mi amigo Niall Binns:

Me gustas cuando callas... así que cállate.

De Neruda uno se puede reír, igual que se le admira, como es mi caso y- me parece- el de Niall. Porque por encima de esa tristeza facilona emerge (por decirlo nerudianamente) el poeta por encima de todo. Alguien tan seguro de sí mismo que se siente capaz, a sus veinte añitos, de ser capaz de escribir los versos más tristes esta noche, y lo consigue. Por otro lado, qué gigantesca tomadura de pelo la de este famoso poema. Los primeros cinco versos no hablan para nada del amor y sí repiten ese "puedo escribir los versos más tristes esta noche. Y, por fin, después de descartar a la noche, a los astros y al viento que gira en el cielo y canta, el poeta se decide por el tema más triste del mundo: "yo la quise, y a veces ella también me quiso". Millares de lectores han suspirado con estos versos nostálgicos pensando que habían sido escritos con el corazón hecho cenizas. Al margen de que Neruda en aquella época ligaba con varias chicas -como señala la voluntariosa introducción de Gabriele Morelli-, basta leer despacio para darse cuenta de que el verso que más se repite es ese "Puedo escribir los versos más tristes esta noche" y que la última palabra con que se cierra todo es... "escribo". Neruda se sintió poeta en estado puro, un hombre que amaba el idioma y mimaba su música. Es capaz de extraer oro de lo más prosaico. Basta pensar en la desesperación infinita de Residencia en la tierra: allí Neruda se siente triste como un camarero humillado, su corazón polvoriento golpea sin sonido y el interior de su alma destila lentas lágrimas sucias. Un poeta puede permitirse ser irregular si llega tan lejos.
Alguna vez escuché que Juan Ramón estaba a mal traer con Neruda porque éste le llamaba al teléfono de su casa en compañía de su amigo Alberti y, entre los dos, le cantaban coplillas insultantes. Teniendo en cuenta el nombre de la víctima, las rimas debían de ser fáciles. Lo que no he entendido nunca de la anécdota es porque Juan Ramón no colgaba el teléfono.

6 comentarios:

  1. Ja ja ja. No tenía idea sobre la anécdota de Juan Ramón.

    ...y Neruda, triste y conmocionado
    en el paredón fue fusilado...
    Me ha dado hasta pena, pobrecillo
    ¿tan malo es el chiquillo?

    Imagino a Rafael y a Juan Ramón.¡Qué divertido!... y ¡qué maldad!.

    La verdad es que cursi es un rato, pero no le quitemos el honor de influenciar a la juventud blandita en su noble arte de descubrir la poesía.

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  2. La anécdota se la escuché a José Hierro en la Menéndez Pelayo de Santander hace muchos años cuando yo era estudiante. Sus clases sobre poesía española eran extraordinarias. Eran para un curso de español para extranjeros pero nos colábamos los estudiantes de otros cursos mucho más aburridos, sólo para escucharle.

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  3. Ahora que te leo, creo que con Neruda me pasa un poco como con Benedetti: tienen un regustillo de poetas "demasiado evidentes".
    Tanta facilidad me resulta floja, así que entiendo las palabras de JRJ.
    Un abrazo

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  4. Completamente de acuerdo, Mery. Son poetas muy obvios y, en el caso de Benedetti, creo que falta casi siempre el trabajo con la palabra. No digo que no fuera interesante -de hecho, a mucha gente le descubrió la poesía-, pero no es un grande. Neruda, creo, sí es grande, gracias a Residencia en la tierra y a partes de su Canto general. Los Veinte poemas... no son una obra maestra, pero tiene momentos buenos, pese a la cursilería de otros.

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  5. me encanta el blog entre de casualidad yo sigo siendo blandita ,un saludo

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  6. Qué casualidad... Nerudeando. Pues bienvenida, Mª Carmen

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