martes, 20 de octubre de 2009

Tres citas a la izquierda

Hoy traigo tres citas, una literaria, otra sociológica y otra política. Las tres, creo, se relacionan entre sí.

Primera cita:
En "El holocausto de la tierra, el escritor norteameericano Nathaniel Hawthorne imagina que una misteriosa sociedad decide acabar de una vez por todas con todos los cachivaches inútiles que hay en el mundo. Para llevar a cabo tan loable fin, erigen una enorme pira funeraria en medio de una pradera del oeste norteamericano. Gentes de todos los lugares vienen a asistir al gran espectáculo. Al principio, caen al fuego todas los periódicos viejos, pero enseguida se trae otro tipo de materiales: condecoraciones, árboles genealógicos, joyas y toda clase de objetos que induzcan a la vanidad. Como la gente está entusiasmada con tanto fuego, la hoguera ha de seguir funcionando, así que entonces se piensa que hay que terminar con otros elementos perniciosos: por ejemplo, cubas de vino, botellas de cerveza y barricas de licor y, cuando ya no quedan más en toda la tierra, se recurre al tabaco, que, como todo el mundo sabe, es malísimo para la salud. Allá que van todas las pipas, cigarros, puros, hojas... y cuando ya no se encuentran por ningún lado, alguien susurra que la guerra es nefasta para el hombre, y todas las armas de todos los ejércitos del mundo vienen a alimentar la hoguera interminable. Pero el fuego pide más y más fuego: todo razonamiento vale para alimentarlo. Pronto se cae en la cuenta de que los libros son los causantes de tantos males y que, por tanto, han de quemarse todos ipso facto... Entre algunos que se esfuman con un suspiro, las obras de Shakespeare arden gloriosamente. Por último, una procesión de hombres vestidos con túnicas y ropajes sagrados se acerca directamente al centro de la destrucción. En efecto: para hablar con Dios no hacen falta tantos ritos ni tanta purpurina, así que se arroja todo hasta que a alguien se le ocurre que tal vez lo mejor sea quemar el Libro que ha originado el problema de los problemas... Con tanta reforma a un espectador se le ocurre pensar que sucederá después cuando ya no quede nada por quemar. Y otro le replica:
-Tenga paciencia. Primero nos lanzarán a nosotros, y después a ellos mismos.
Segunda cita:
Un libro del neomarxista Marshall Berman, llamado Todo lo sólido se desvanece en el aire (All that is Solid Melts into the Air). El título está sacado de una frase de Marx y, dicho sea de paso, nunca pensé que éste tuviera sensibilidad poética. Es un apasionante y apasionado ensayo sobre la modernidad a partir de textos tan variados como el Fausto de Goethe, el Manifiesto comunista, los Pequeños poemas en prosa de Baudelaire, Gógol y libros sobre arquitectura, urbanismo, arte... La idea central es que la modernidad se define por el cambio universal, puesto que en la actualidad todo es efímero. A Berman esto le parece trágico y fascinante al mismo tiempo: las utopías capitalistas o marxistas han traído bienes y males por igual. En su propia vida dice haber experimentado la modernidad: el mismo sistema que le dio las becas para estudiar le negó el auxilio sanitario que podía haber curado a su hijo de cinco años. Sin embargo, su diagnóstico sobre la modernidad no es enteramente negativo, ya que el mundo ha de seguir cambiando para ser mejorado, a pesar de la tensión de fuerzas contrarias. El ensayo de Berman es muy sugerente, pero da la impresión de caer en un historicismo ingenuo. Parece creer que la voluntad de cambiar las cosas, la capacidad de creer en los ideales, sólo empezó en el siglo XVIII. Por otro lado, la consideración de que todo se desvanece en el aire no la inventó Marx: se remonta al Eclesiastés.
Tercera cita:
"Todo cambio siempre es para bien". La frase la echó Rodríguez Zapatero delante de unas señoras progresistas hace dos años, cuando podía sacar pechito y quedarse tan tranquilo. Yo me la grabé en la memoria porque me pareció muy reveladora. En el fondo, viene a ser una banalización de lo que profetizó horrorizado Hawthorne sin conocerlo y defendía Berman después de haberlo conocido. Es la voluntad de creer que la mejor gestión pasa por cambiar las cosas, sin pensar si valen o no la pena por sí mismas. En realidad, porque para el moderno puro que es Zapatero nada tiene un peso por sí mismo. Traducido a la política, se trata de dar la impresión de que estamos moviéndonos constantemente, haciendo reformas, aunque sean innecesarias, absurdas o trágicas, aunque lleguen a costar la vida de muchos inocentes. ¿Frivolidad? ¿Insensatez? ¿Irresponsabilidad? ¿Cinismo? Tal vez una mezcla de todo eso. Es un pensamiento tan débil que se quema solo, se desvanece en el aire.

2 comentarios:

  1. En su extenso desconocimiento, Zapatero ignora la sabia sentencia de S.Ignacio de Loyola: en la desolación, no hacer mudanza.
    Claro que desconoce cuándo hay desolación, duda, crisis...Y si es consciente, se lo salta a la torera con su arte para la improvisación.

    Un abrazo, Javier, y te felicito por tus tres citas tan bien enlazadas.

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  2. Es verdad lo del extenso desconocimiento. Y más aún, qué solemnidad a la hora de decir grandes verdades. Por eso se me quedó grabada la frasecita que tiene sus bemoles.

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