Mi hermana estudió Bellas Artes. Tanta era su pasión que iba pintando por las paredes de su habitación lo primero que se le antojaba: casas, animales, paisajes, un poco de todo. Hace poco me pasaron esta vieja fotografía que la muestra en plena faena. Creo que soy objetivo si digo que era una artista magnífica. Recién terminada la carrera, hizo dos exposiciones con mucho éxito.
Pero de pronto vino otra pasión. Y dejó de pintar hacia afuera para que Otro pintara en su interior. Algo así dijo en la Misa de ingreso en el convento de clausura de Lerma, pero no estoy seguro de las palabras, tantas eran las lágrimas y la emoción, la pena y la extrañísima alegría que sentíamos. De eso hace trece o catorce años, tampoco esto lo recuerdo bien.
El convento de Santa Clara fue creciendo en número de vocaciones y aquello iba yendo a un ritmo tan fuera de lo común que atrajo a mucha gente -devotos o curiosos- que querían ver a las "clarisas-de-Lerma". ¿Qué pasaba con todas esas chicas, la inmensa mayoría universitarias, que dejaban todo y se encerraban a rezar? Y encima parecían felices, felicísimas. Misterio. Cuando pasaban de las ciento cuarenta monjas, muchas tuvieron que mudarse a otro convento por falta de espacio. Un convento en La Aguilera, un pueblo remoto en medio del páramo castellano, pero que no estaba perdido de la mano de Dios.
Ahora estas clarisas tan peculiares han formado un nuevo instituto, distinto de la orden originaria, Iesu Communio. Algunas personas me han preguntado con cierta inquietud qué me parece todo esto. Desde fuera sólo puedo decir que me sorprendió. Siempre supe muy poco de vida conventual. Pero luego he creído entenderlo: al principio, por ejemplo, ellas dejaban de recibir visitas en Adviento o Cuaresma, tiempos fuertes de contemplación, pero luego cambiaron la norma y podías hablar con ellas en cualquier día del año. Esto no lo hacen las clarisas. En todos estos años poco a poco su carisma, su personalidad digamos, ha ido transformándose en el exterior (ahora han suprimido la reja que las separaba simbólicamente del mundo), acaso porque Dios iba dando vuelta a todo lo previsto. Tantísima gente ha ido a verlas, tantas han sido sus vocaciones, que su carisma, hoy, puede resumirse en dos puntos: contemplación y apostolado hacia el exterior. Rezar y hablar de lo único que a ellas les importa y les apasiona.
En fin, como sucede con cualquier novedad ya hay algunos buenos católicos que les molesta. Algunos se preocupan seriamente por el nuevo hábito de tela vaquera. Puestos a decir tonterías, a mí también me gustaban más las pastas que hacían cuando eran clarisas y te atendían detrás del torno. Pero mucho más importante es la frase evangélica: a las obras se las conoce por sus frutos. Esos frutos los he visto nacer, crecer y madurar.Tal vez Dios hace las cosas de una manera tan sencilla que resulta difícil de entender.
No conocía esta historia; realmente interesante. Entonces, ¿ya no son de clausura? Aunque he leído algún artículo no me ha quedado claro este punto. Un abrazo.
ResponderEliminarMe perdí su discurso de ingreso en el convento, pero las veces que ha podido visitarla, si qué he notado que hay algo especial, su sonrisa siempre me ha parecido lo más artístico que tenía. Javier, esta entrada me ha emocionado especialmente, ha despertado recuerdos y sentimientos que andaban sesteando desde hacía mucho tiempo, los veranos, las navidades.
ResponderEliminarUn abrazo
David
Gracias, David. Es "un ser luminoso", me dijo alguien el otro día. Gonzalo: siguen siendo de clausura. Lo que sucede es que se trata de una clausura distinta que la tradicional. Pero siguen siendo contemplativas y, en principio, no se "mueven" de allí salvo por ciertas situaciones.
ResponderEliminarHan pasado de clausura papal a clausura constitucional
ResponderEliminarPor lo que veo son más estrictas en su clausura que lo que las clarisas, que según veo han ido dejando algunas cosas como las rejas.
ResponderEliminarAcá las benedictinas de clausura, en mi barrio, atendían un negocio de artesanías y pastelería, pero ahora han puesto a "personal civil". En ese aspecto me paree que han rescatado un poco de la clausura que iban perdiendo con tanta "exposición" en el negocio. (Aunque no sé si lo hicieron por eso).
un resultado que desafía la crisis mundial
ResponderEliminarMaravillosa historia, Javier.
ResponderEliminarComo no creyente, siempre he pensado que es muy importante que haya gente que rece por todos los demás...
Un abrazo,
...Y la pintura, que se le da por añadidura.
ResponderEliminarAquilino: la añadidura no es poca cosa. Siempre hubiéramos deseado que siguiera con la pintura en el convento y, de hecho, hizo dos exposiciones estando en él; pero, con tanto trabajo que tiene ahora con las nuevas vocaciones, no encuentra tiempo para pintar.
ResponderEliminarAgradezco muy especialmente tu comentario, Víctor.