Para preparar unas clases de formación para profesores de secundaria y bachillerato, me enfrento a un bienintencionado manual de Didáctica de la lengua y la literatura. Allí leo lo siguiente:
La educación literaria tiene varios objetivos: a) formar y motivar lectores; b) conocer la historia y el pensamiento de estéticas pasadas; c) reconocer en los textos literarios las preocupaciones y deseos del ser humano.
Hasta aquí, muy bien.
Pero lo malo empieza con lo más interesante, o sea, el punto c). ¿Qué cosas son actuales? Sigo leyendo y me revuelvo inquieto cuando veo que se propone una actividad en la que se lea y "comprenda" un texto clásico, para a continuación hacer "una transposición de ese tema a nuestros días". Como más de uno confunde creatividad con insensatez, me temo lo peor. Primer ejemplo:
Juan Ruiz el Arcipreste de Hita. "De cómo el Amor enseña al Arcipreste que tenga buenas costumbres, especialmente que se guarde de beber mucho vino blanco o tinto" Tema actual propuesto: Educación para la salud: el consumo de alcohol, el tema del botellón, las drogas, etc.
Uno se pregunta, ¿a quién se le ocurre que el Arcipreste de Hita, precisamente el golfo del Arcipreste, pueda servir para prevenir una cogorza de fin de semana? Pero ahora llega otro ejemplo:
Fray Luis de León: "Canción de la vida solitaria" [yo siempre creí que el poema se llamaba "Oda a la vida retirada", pero, en fin]. Tema actual propuesto: Educación ambiental, la naturaleza, el cuidado del medio ambiente, el senderismo, la deforestación, la especulación y urbanística, la soledad, etc.
Ya lo estoy viendo. El profesor dirá en clase: "Mirad niños, qué sabios son los senderistas. Lo dice Fray Luis de León: ¡Qué descansada vida/ la que huye del mundanal ruido y sigue la escondida/ senda por donde han ido/ los pocos sabios que en el mundo han sido!"
Cervantes: "La fuerza de la sangre". Educación vial: normas peatonales, conducción y alcohol, medidas de prevención de accidentes, etc.
Alucinante: la historia melodramática de una chica que se encuentra por un camino del siglo XVI a unos chavales de su edad bastante sinvergüenzas. Uno de ellos, la rapta, la viola y la deja embarazada. Después el muchacho se da a la fuga. Años más tarde, al niño de la protagonista lo atropella un caballo por la calle y todo esto sirve para que el padre regrese a su ciudad y, arrepentido de su proceder, se case y regularice la situación de la madre y el hijo. Por supuesto, la relación narrativa con la prevención de accidentes es absurda (más aún, gracias al atropello, todo sale bien), pero lo peor de todos estos ejemplos, es quién puede tomarse en serio este tipo de propuestas. No un profesor mínimamente formado en literatura. No unos alumnos desconcertados ante las explicaciones imaginables. Tal vez algún pedagogo con un sentido de la vida políticamente correcto.
Se me ocurre que el "Elogio de la locura" puede dar mucho juego en la próxima campaña de prevención contra las drogas ... Quizás Guillermo el Travieso pueda aportar algo contra el mobbing. Es lo que tiene la educación para la ciudadanía en lugar de la educación de toda la vida.
ResponderEliminarDeprimente.
ResponderEliminarLuego quieren que los chicos no se aburran del colegio.
Hombre Javi, si lo miras por el lado positivo, el diálogo entre Caperucita y el lobo puede servir de motivo para explicar la necesidad de aprender nuevos idiomas... Un abrazo. Chema
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