Muy pocos escritores hispánicos han alcanzado una repercusión tan universal como la de este argentino con fama de conservador en política, irreverente en literatura y escéptico en casi todo lo demás. Superando las fronteras de la literatura en lengua española, tantas veces desoída en el mundo francés o anglosajón, su obra ha encandilado a filósofos, críticos literarios, científicos, historiadores y gurús de la posmodernidad como Foucault, Braudillard, Eco, Bloom, Genette, Paul de Man o Steiner. ¿Cómo ha podido suceder esto? El gran descubrimiento de Borges, si se puede decir así, ha sido comprender, antes que nadie en pleno siglo XX, un viejo adagio latino: que no hay nada nuevo bajo el sol. O, dicho de otro modo, que la originalidad en la cultura es un mito moderno y que la literatura se basa en la repetición con variaciones de unos cuantos temas fundamentales. Por eso, si algo caracteriza a su literatura, es su increíble capacidad para combinar los fragmentos más dispares del saber universal: una cita literal de la Estética de Croce con una referencia budista, un tratado de mística medieval con unas palabras de Shakespeare. El vertiginoso inventario de menciones a otros textos leídos anteriormente da como resultado una obra única, elaborada en un castellano depurado y singular. Y, por encima de todo, una rarísima paradoja: Borges, el escritor que hizo del saqueo de las obras de otros su seña de identidad, ha sido citadísimo por tirios y troyanos. Aquí y allá salen a voleo sus sentencias sorprendentes, iluminadoras. Una cita suya puede ser provocativa (“La metafísica es una rama de la literatura fantástica”), romántica (“No nos une el amor sino el espanto./ Será que por eso que la quiero tanto”), existencial (“Ya somos el olvido que seremos”), o incluso atmosférica (“La lluvia es una cosa que sucede en el pasado”)…
Hoy en día la tormenta de ideas del maestro argentino ha encontrado su refrendo en la literatura y más allá. Hay todo un arte del patchwork y el reaprovechamiento de materiales ajenos que va desde las alusiones literarias de Blade Runner o Matrix hasta la puesta en escena de Lady Gaga o los guiños cinéfilos de los Simpson. Borges lo vio antes que todos ellos.
(publicado en La gaceta, en el aniversario de la muerte de Borges, coincidiendo también con el de la muerte de Chesterton, cincuenta años antes).
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