lunes, 13 de junio de 2011
Una relativa distancia
Compruebo que cada vez escribo menos sobre mi familia (y otros animales) en el blog. Mis hijos van creciendo y el tiempo les va regalando propiedad sobre sus vidas. Es tal vez lo que nos trae a los padres el paso de los años: el lento alejamiento de aquellos seres que aparecieron, de pronto, como una emanación increíble de nosotros mismos. Durante años creímos que su intimidad no existía, que era un asunto entre ellos y nosotros.El cuerpo de los hijos como una prolongación misteriosa del nuestro. Pero, poco a poco, se van desgarrando las junturas. Entonces uno va pidiendo permiso para entrar en sus vidas y muy pronto irá tocando contemplarlas a una relativa distancia.
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Creo que esa distancia empieza a los dos años. El otro día lo encontré a F. echado en la cama, mirando hacia la ventana abierta, con los brazos por encima de la cabeza. Estuvo un rato largo así. Me acerqué y le pregunté si estaba bien. Me miró, no me contestó -por supuesto- y entonces compredí que ya tiene un mundo en el que yo no entro, o al menos, eso es lo que sentí.
ResponderEliminarQue pronto se nos van. Demasiado pronto.
ResponderEliminarLola
Lola: Es la comprobación -tan tópica- de que el tiempo pasam para nuestros padres, para nosotros y nuestros hijos. Y, desde luego, Mae, no veas las "separaciones" de ese tipo que les esperan...
ResponderEliminarPero también es emocionante ver en quiénes se van convirtiendo, siempre y cuando no sea en unos gamberros callejeros; las opciones "normales" son muchas más de las que se piensa, y algunas son épicas. O como dicen ahora los jóvenes, "míticas". Eso es porque no saben qué demonios es un mito...
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