miércoles, 1 de junio de 2011

Escritura y olor

Como ya expliqué en algún otro lugar (o sea, aquí), nada mejor para matar caracoles en un jardín que un buen vaso de cerveza. Les atrae su olor ácido y, sólo con tocarla, se queman con el alcohol. Este año dispuse barra libre entre las fresas para que los intrusos se sirviesen a gusto. Pasaron las semanas y la invasión de los gasterópodos no se producía. Las hojas aparecían cada mañana sin agujeros y, día tras día, despertaban las flores y los frutos. Hoy he comprobado unos cuantos mordisquitos entre las fresas más maduras. Seguí el rastro de los ataques entre las hojas hasta que llegué al primer vaso trampa. En el interior -ámbar y tierra- flotaba algo así como un círculo gris, tal vez un hongo producido por la cerveza fermentada. Pero luego me dí cuenta de que al círculo hinchado le salían deditos.
¿Cuántas horas debió de pasar el ratón ahogado? Una mezcla de pena y asco se me prendió de la nariz después de tirar el vaso al contenedor de la basura. Y escribo esto a ver si consigo quitarme el olor de encima.

3 comentarios:

  1. Así que también funciona con ratones. No es como en Dumbo, entonces, que el ratoncito se agarra una borrachera. Que engañosas que son las películas, ja, ja.

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  2. Este post tiene un aire frío de terror, Javier, muy poco habitual en tu blog, tan cálido.

    Se me pasaron las ganas de tomar fresas.

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  3. Sí, es verdad que es un poco desagradable. Pero era una manera de quitarme el disgusto de encima, y no es broma.

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