jueves, 2 de junio de 2011

Mesilla de noche

Como siempre, tengo la mesilla de noche hecha un revoltijo de libros que no termino de leer. Voy a tratar de poner un poco de orden haciendo un listado de lo que vale la pena y lo que es mejor abandonar. Allá va:


1) Umberto Eco: Historia de la belleza. Bonito y superficial. Casi todas las ideas son un refrito de lugares comunes sacados de un manualillo de estética o de cualquier otro libro del autor. Muchas imágenes hermosas (sólo faltaba), y citas de escritores, artistas y críticos. Eco debe de tener un oído enfrente del otro, porque nunca menciona a la música (salvo a los Beatles, y al final). Este libro tiene, además, otro inconveniente fundamental: no sirve para leerlo en la cama, porque, cuando te pilla el sueño, cuesta mucho sostenerlo de tan pesado que es. Digan lo que digan, no se descansa bien con un libro en la cabeza.

2) Miguel Gomes: El hijo y la zorra. Llevo años siguiéndole la pista a este narrador y crítico venezolano. Relatos bien estructurados y finamente escritos, con su dosis contenida de truculencia. Ambientes norteamericanos, a veces un poco en la línea de Carver o Wolff. Lo malo es que los libros de Gomes son difíciles de conseguir en España.

3) Juan Gabriel Vásquez: El ruido de las cosas al caer. Este libro aún no lo he leído, pero tiene varias cosas buenas. Una de ellas es que es delgado. Si me entra el sueño, no me doy un golpe con él. En segundo lugar, una sorpresa: lo han distinguido con el Alfaguara de novela 2011. Hoy en día siempre se premian mamotretos y, por su tamaño, éste se sale de la norma. Y en tercer lugar, Vásquez escribe muy bien, lo que ya es cierta garantía.

4) Javier Sánchez Menéndez: Una aproximación al desconcierto. Poesía. Lo leí de una atacada y pensé: Nicanor Parra + Cádiz. Sarcasmo y guasa. Y de pronto, algún momento fuerte o dramático. "Impredecibles/ hicieron el amor/ muertos de miedo".

5) José Julio Cabanillas: Después de la noticia. Más poesía, ésta exquisita, clásica y neosimbolista. Visitantes misteriosos, iluminaciones, desasosiego y fe. Como sucede con otros poemarios del autor, para releer.

6) Víctor González: El hombre sin ayer. Más de la mitad de los microrrelatos lo debí de leer en el blog del autor. Pero, de vez en cuando, me sigo riendo a carcajadas. Qué gusto dormirse así, dice a mi lado mi mujer,  que está entusiasmada con su novelón. Pero creo que me envidia.

7) Nicolás Maquiavelo: El príncipe. Hace muchos años me lo recomendó una diputada socialista, amiga de mi familia. Luego recuerdo que un inteligente político del PP (¿Vidal-Quadras?) habló de él con admiración. Por desgracia, El príncipe consiste en una lección de cómo es la política, no de cómo debería ser. Los políticos españoles no deberían leer estas cosas. Nos iría mejor si les gustase Tintín.

4 comentarios:

  1. Sólo conozco a Umberto Eco y a Maquiavelo, qué ignorante soy. El 1º está bien para adolescentes, leí en su momento El nombre de la rosa y me encantó, no lo intentaría de nuevo. El 2º es capital en nuestra cultura, él no describe cómo ha de ser la política sino cómo és, lo hizo con tanto talento que 5 siglos después sus reflexiones siguen siendo exactas.

    Al menos en España.

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  2. He leído el nuevo poemario de Cabanillas estos días, creo que es lo mejor que ha escrito, ¿estás de acuerdo conmigo Javier?.

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  3. A mí me sigue gustando mucho "Las cuatro estaciones", que me parece el más sólido de los suyos. En general, Cabanillas tiene poemas que se "salen" en todos sus libros, y en éste también.

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  4. ¡Vaya, Javier! No había visto este post en su momento. ¡Mil gracias! Es un honor estar... en la mesilla.
    Un abrazo,

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