Mi hermano arquitecto me cuenta que en Hong Kong, donde crecen más rascacielos que en Nueva York, se han tendido puentes a la mitad de altísimos edificios de forma que se comunican unos con otros y por allí pasa la gente. No hay problemas de circulación porque por abajo corren los coches con completa libertad. Es curioso: debía de tener yo unos siete u ocho años cuando me entretenía dibujando rascacielos muy parecidos. Incluso bauticé a una de aquellas ciudades imaginarias; se llamaba "Puente de san Puente". Pasaron muchos años hasta que descubrí mi coincidencia con el artista argentino Xul Solar, que pintaba ciudades visionarias y hasta les inventaba lenguajes y nombres rarísimos.
A veces pienso que yo, como cualquiera, era una persona más interesante cuando tenía siete años. El problema está en que por entonces uno no sabe qué hacer con su mirada y, cuando lo aprende, ya ha olvidado aquella forma de mirar.
Hermoso cuadro y hermosa reflexión. Desconocía a este pintor. Un saludo.
ResponderEliminarYo creo que todos los que escribimos hemos tenido una niñez "movidita" a nivel imaginativo. Me encanta que en el Telva de este mes entrevistan a dos escritotas estadounidenses, Siri Husvedt y Nicole Krauss. Nicole cuenta que de niña jugaba a ser agente de viajes y se pasaba días organizando viajes exóticos a pasajeros imaginarios. Me ha encantado leerlo porque yo me inventaba huéspedes que tomaban café en mi casa, amigas de la guardería para mi hija Maite (una muñeca pelona), y un marido trabajando en parís que tenía unos amigos cuyo matrimonio estaba siempre en peligro y teníamos que "salvarlo"...
ResponderEliminarGracias, opinador. Vale la pena conocer a Xul: es, por encima de sus méritos artísticos (que los tiene), una figura genial. Adaldrida, tienes mucha razón. Ahora bien, me parece que la imaginación infantil femenina, por los ejemplos que cuentas, y la masculina, van por caminos diferentes. ¿No? Podría poner algún ejemplo de C.S. Lewis que se parecería en algo a lo que yo menciono de mis países imaginarios.Por lo demás, tengo cierta curiosidad por leer algo de Siri Husvedt, por ser esposa de Paula Auster.¿La has leído?
ResponderEliminarÉramos más interesantes a los siete años, genial. Así lo creo también. Hemos aprendido muchísimo pero esa misma cantidad la hemos des-aprendido en el camino, la mirada de la que hablás, por ejemplo. Recuerdo cuando a mis 20 me decían que era brillante para la edad que tenía, y cómo esa valoración se fue diluyendo con el paso de los años. Nostalgia que los cuadros de Xul hacen menos amarga. Saludos!
ResponderEliminarÉramos más interesantes a los siete? Hmmm. Cuando vivía en un mundo de árboles tropicales maravillosos, que se convertían cada día en la nave Galáctica, la furgoneta del equipo A o los muchachos perdidos en una isla desierta? Dios sabe que fue maravilloso. Pero, recuerdo nítidamente una leve y creciente ansiedad por ser mayor, por hacer lo que me diera la gana, en cada momento. Ya estamos en esas y la imaginación bulle si cabe, igual de fuerte pero algo (no mucho) más ordenada.
ResponderEliminarUn abrazo, Javier, precioso el cuadro de Xul.
Ay, me temo que es así, Melusina, no sólo en tu caso. Uno va pensando que lo ideal sería recuperar la presunta brillantez de antaño,pero nada. Quizá el arte de Xul, como el de los naif o los ingenuistas, responda a un deseo nostálgico de seguir viendo las cosas a lo infantl.
ResponderEliminarBueno, Natalia, los niños son más interesantes, pero siguen siendo seres humanos: o sea, insatisfechos. De ahí lo de querer ser mayor. Y luego, cuando ya lo eres, el deseo de ser niño. Un abrazo.
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