Me gusta pensar que los buenos filólogos, los críticos literarios de verdad, son como esos intérpretes de música clásica que saben sacar con su propia voz lo mejor de una partitura. Uno escucha a Mendelssohn, a Bach o a Joaquín Rodrigo y al mismo tiempo todos suenan a Barenboim, Yo yo Ma o Narciso Yepes. Con los críticos pasa igual: ellos reinterpretan las notas que puso el escritor y te devuelven el libro enriquecido por la memoria de otras lecturas y la humildad de quien está sirviendo a un texto mejor.
El pasado día de Navidad murió en la localidad navarra de Enériz Juan Bautista Avalle Arce. Había nacido en Buenos Aires y estaba orgulloso de sus ancestros carlistas y navarros. Estos datos suyos me lo hacían simpático antes de conocerlo. Cuando llegó su jubilación de la cátedra en la universidad californiana de Santa Barbara, decidió recluirse en la tierra de sus orígenes.
Poquísimos medios en España han dado la noticia de que con él se ha ido uno de los mayores comentaristas de Cervantes y del Siglo de Oro en general. Mejor no ahondar demasiado en la herida. Lo que ahora me importa es sólo dejar unas líneas de mi deuda personal con algunos escritos de Avalle Arce. Un artículo suyo consiguió que me interesara la Araucana de Ercilla, cosa que ya tiene su mérito. Pero ante todo le debo nada menos que el descubrimiento real del Quijote. Lo había leído antes, cierto, pero sólo cuando cayó en mis manos casi por azar un libro titulado Nuevos deslindes cervantinos, empecé a entender la grandeza del primer clásico de la novela. Comprendí que Don Quijote quería hacer de su vida una obra de arte -ésa es su locura-, y que el episodio de la cueva de Montesinos era un anticipo originalísimo de la representación del inconsciente en la vida de un personaje literario. Supe también cuánto provecho se puede sacar de un simple comienzo de una novela si se comparaban las palabras iniciales del Amadís, el Lazarillo y el Quijote. Y, sobre todo, quizá lo veo ahora mejor que antes, aprendí que se puede escribir con rigor y elegancia, al mismo tiempo que de una forma personal. La crítica literaria debiera realizarse sólo como un acto de agradecimiento hacia un libro o un autor que nos ha descubierto un mundo que era nuestro, pero no lo sabíamos. Avalle Arce practicaba su oficio con precisión, pero también con la pasión de quien interpreta unos textos -las partituras de los otros- que habían significado algo importante en su vida.
A Avalle Arce lo sustituyó en Chapel Hill mi girardiano amigo Cesáreo Bandera. A Yo-yo Ma lo conocí el pasado Viernes Santo en la Casa de Carmona, el hotel antiguo caserón de los Marchelina. Venía con los Prieto, los primos mejicanos de Carlitos Bousoño, uno de ellos violonchelista de nota también, y los pilotaba un descendiente de Cabarrús, que vive en Almería y a quien había conocido en el Botánico de Sanlúcar. Como el anfitrión del almuerzo, Felipe Guardiola, hijo de Marta Medina, era estudioso del instrumento, puso el suyo en manos de Yoyo Mah y tuvimos el privilegio de escucharle un par de interpretaciones.
ResponderEliminarQue suerte y qué envidia, Aquilino. Tengo varios Cds de Yo yo Ma es casa y es extraordinario. Y fíjate lo que son las casualidades. El primo violonchelista de Bousoño debe de ser el tío de un gran amigo mío, profesor de literatura en el Ceu San Pablo de Madrid. Todos los datos suyos me coinciden.
ResponderEliminarMe entero de la triste noticia por tu blog. Efectivamente, parece no haber tenido repercusión en la prensa española.
ResponderEliminarLe debemos tanto a AValle...
Descanse en paz.
I'm sorry I can not write this in Spanish as my Spanish is limited - However, thank you for publishing this lovely tribute to my father. His death was sudden and sad for us all. I sincerely appreciate your kind words and am touched by the impact I had on you. Best wishes, Maria la Real (Look) Avalle-Arce Alejandra Armenta
ResponderEliminarMi inglés es también limitado: puedo leerlo bien y hablarlo, pero no escribirlo con corrección. Discúlpeme, entonces. Le agradezco de corazón su post: es muy bonito recibirlo de la familia de Juan B. Avalle Arce. Un saludo muy cordial y mi pésame más sincero por la pérdida de su padre.
ResponderEliminarJavier : Soy Oscar Soriano Arze,(Chileno, 71 años) primo hermano de Juan Bautista, a quien me unió un gran cariño y una gran amistad. El era hijo del segundo matrimonio de Marta, la mayor de las hijas de Alejandro Arze (sí con Z) y yo el hijo de Mercaira, la menor. Nos escribimos constantemente, durante años largos. Juancito fue a Santiago de Chile a visitar a mi mamá, hace más de 15 años, y ahí nos conocimos en persona. Gracias a Dios. Era un ser de privilegio. Para tu archivo, él se separó de Constance muchos años antes, se volvióa casar, se separó y luego se casó con Begoña, obviamente vasca, a quien conocí en Santiago. Nos hicimos íntimos al instante, pero perdí comunicación con ella a razíz de la inesperada muerte de Juancito. Por favor escríbeme si quieres datos. Sobre los Arze/Arce lo sé casi todo. Alejandro Arze tenía una sangre muy espesa.
ResponderEliminarJavier : Te escribí un largo mensaje que luego mandé al éter, por eso de le tecla que no era. Soy Oscar Soriano Arze, primo hermano de Juancito. El era hijo de Martha, la mayor de las hijas de mi abuelo Alejandro Arze (con Z) y yo hijo de Mercaira, la menor. Tengo muchos datos que te van a interesar. La familia Arze es mi debilidad. De paso, los únicos que lo escriben con C son los Avalle-Arce. Martha y Juan. Un abrazo, escríbeme! Oscar
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