viernes, 15 de enero de 2010

Judíos, musulmanes y cristianos

Hace un par de días leí estas palabras de Paul Auster en una entrevista con Gérard de Cortanze: "El judaísmo propone códigos que permiten una vida no ya idealista, sino realista, y esto es lo que me atrae de él. Es una religión que acepta las debilidades del ser humano y jamás le exige que sea un santo". Las exigencias de santidad, sigue Auster, son propias del cristianismo, que se equivoca gravemente al hacer estas peticiones imposibles a sus fieles. Entonces dejé de leer y me acordé de algo que había encontrado tiempo atrás en el interesantísimo libro de Samir Khalil Samir, Cien preguntas sobre el Islam. Cuenta este jesuita egipcio, experto en el Corán, que muchos musulmanes sostienen que el cristianismo es celestial, sublime, pero tan ideal que nadie puede vivirlo plenamente.
Nunca se me había ocurrido pensar en la imagen que dábamos los cristianos a los miembros de las otras dos grandes religiones monoteístas. Si acaso, creía que la visión que tenían ellos era más bien siniestra: la Inquisición en el caso de los judíos, las cruzadas en el de los musulmanes. Y ahora resulta que el cristianismo es rechazado porque pide santidad personal a sus fieles, un ideal hermoso pero improbable. (Comentario al margen: qué curioso que para Paul Auster el corazón del cristianismo sea la exigencia de santidad, una idea que no siempre escucho en algunas homilías dominicales).
"Para los cristianos Dios es amor", dice muy correctamente el escritor marroquí Tahar Ben Jelloun, "pero para nosotros los musulmanes, Dios es Verdad, es Justicia". Lo leí en El Islam explicado a nuestros hijos, que hay que ver las cosas más raras que acaba leyendo uno. En fin, si esto fuera así, si la esencia de Dios fuera la Justicia, estábamos apañados. Si nos midieran sólo con la vara más recta del universo y sin una pizquita de misericordia, a lo mejor nos hartaríamos de recibir palos en la vida eterna. Mejor (y más justo y verdadero), pensar que Dios es Amor, y que por esa misma razón se permite pedir santidad a estos pobres desgraciados que somos los hombres. Haremos lo poco que podamos y Él nos empujará amorosamente hasta el Cielo.

18 comentarios:

  1. La idea de santidad de Auster está un poco desviada, ¿no? Se acerca más al perfeccionismo que a la asunción y afán de superación de las debilidades. ¿Cómo un tipo que parece inteligente dice que los cristianos pretenden eliminar sus defectos de raíz, algo imposible? Lo que ocurre es que resignarse a ser débil, ser "realista" en ese sentido es más cómodo. Tan luchador en su literatura y tan vago en lo más importante...

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  2. A mí me parece que Auster tiene parte de razón en lo que dice: es decir, acierta en la exigencia cristiana del "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto". Lo que pasa es que se queda ahí (lo cual es lógico porque no cree en Jesucristo) y, como dices muy bien, sólo ve perfeccionismo, que no es lo mismo que la santidad.

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  3. Sigo tu blog y sobre todo los comentarios sobre libros, me interesa mucho tu opinión. Adelante.

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  4. Yo personalmente creo que Dios es Amor, Justicia, Misericordia... No hubiera habido acto creador sin que Dios se hubiera motivado por su infinito amor, y Dios no sería remunerador si no fuera infinitamente justo y Dios no se hubiera dado a salvar a los hombres si no fuera infinitamente misericordioso. la virtud en Dios en infinita y no podemos caer en el reduccionismo de atribuirle una sola virtud. Pienso que ese es el espíritu de todo católico, aceptar la infinita virtud de Dios y aceptar el misterio que entraña.

    Respecto al realismo de no pedir santidad o ser idealista y pedir un bien inalcanzable, me gustaría citar aproximadamente un fragmento de Arthur Schopenhauer sobre el tema. Aunque no lo puedo citar aquí literal, este filósofo apela que el progreso requiere un humor difícil que se resigne ante las vicisitudes de la vida y sus propios errores. Los grandes son aquellos que buscan en su debilidad un afan de perfeccionarse. En el caso del cristiano todo va más allá con la inclusión de la variable divina.

    Un Saludo.

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  5. Amigo anónimo: muchas gracias. Estos comentarios le ponen alegre a uno a primera hora de la mañana.

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  6. Antonio: Tu comentario es muy jugoso y la cita de Schopenauer, que no conocía, muy buena. Tengo que leer en serio a Schopenauer: un buen propósito para este año. Respecto a la primera parte de tu comentario, siento la tentación de irme por el terreno fácil: es decir, que el lenguaje es siempre insuficiente y reduccionista al hablar de Dios. Lo finito no comprehende bien al infinito. Pero, de todas formas, sigo creyendo que Dios es, ante todo, Amor. No porque no sea justo o misericordioso, u otros atributos que queramos darle, sino porque el Amor explica todo lo demás. No es posible la misericordia sin Amor, ya que, por cierto, por Amor entregó Dios a su Hijo al mundo; y la justicia divina sería un acto justiciero si no estuviera informada por el Amor. Así que, bueno, creo que Dios es Amor,como decía San Juan, que sabía un rato sobre Dios.

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  7. El cristianismo capta la realidad más profunda del ser humano. El ser humano no puede dejar de luchar por ser mejor (por vencer a la bestia y ser como el ángel). Y una detención en el camino, una conformidad, un "así ya está bien", es el principio del volver para atrás. Dejar de buscar ser mejores cada vez es empezar a ser peores. Es la experiencia del hombre. Y tambien su experiencia es que es muy difícil y a veces imposible hacerlo.

    Pero el cristianismo no "exige perfección" (como un mandato vacío), si no que sabe que la perfección es el deseo íntimo del hombre. Y lo asume. No se rinde, como otros. Y le dice: sí, ve para adelante con tu deseo de perfección. Y sabé que fallarás, y allí estará también tu Dios para ayudarte y salvarte.

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  8. Javier. Estoy contigo en que para mí Dios es Amor. Como ser gravemente imperfecto, voluble e inconstante, un Dios sólo justicia no tendría piedad conmigo.
    De todas formas, de las tres religiones "del libro" (así lo expresa el Corán), somos la única que cree en un Dios encarnado, que se ha abajado a la condición humana. Eso para mí es lo más importante.
    Un abrazo.
    P.D. He llegado a tu blog a través del de Ah de la vida, y me quedaré por aquí.

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  9. Tu comentario completa el mío. Gracias, Juan Ignacio. En el segundo párrafo los has dicho magníficamente.

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  10. Estamos de acuerdo, Alegre opinador. En realidad, eso que señalas es fundamental para distinguirnos de las otras dos grandes religiones, y está totalmente unido a la idea de Amor (perdón, vuelvo a la carga). Dios amo tanto al mundo que le entregó a su Hijo... Lo que sucede es que, en efecto, el Amor lo experimentamos en la vida cotidiana, no como una abstracción, sino como algo concreto, "corpóreo". Y ahí está Jesucristo.
    Gracias por quedarte. Un abrazo.

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  11. En vez de distraerse con supersticiones huyendo de la verdad, lo que hay que hacer es tocarla, besarla, comerla y dejarse de cobardías y de intermediarios.

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  12. No sé muy bien qué quiere decir este comentario anónimo con "supersticiones". ¿El Islam y el judaísmo son "supersticiones"? No creo que eso pueda decirse desde el cristianismo ni desde ningún lado.

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  13. J. Antonio Echániz (antes anónimo)19 de enero de 2010, 4:51

    Hombre, el islam, el judaismo y el cristianismo son supersticiones. No distingo entre creer que el vino se puede convertir en sangre y creer que una pata de conejo te da suerte.

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  14. Gracias, J. Antonio, por salir del anonimato y por aclarar tu comentario. A ver, en las tres líneas del primer post, dices que los cristianos, judíos y musulmanes somos supersticiosos, cobardes y escapamos de la verdad. No está nada mal para definir lo que creen unos cuantos millones de personas. En el segundo no distingues entre la creencia en la Transubstanciación y lo de la pata de conejo. Hay una sutil diferencia: en el primer caso, existen siglos de razonamientos teológicos y filosóficos, en el segundo no.

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  15. NO ME MUEVE, MI DIOS, PARA QUERERTE

    No me mueve, mi Dios, para quererte
    el cielo que me tienes prometido,
    ni me mueve el infierno tan temido
    para dejar por eso de ofenderte.

    Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
    clavado en una cruz y escarnecido,
    muéveme ver tu cuerpo tan herido,
    muévenme tus afrentas y tu muerte.

    Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
    que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
    y aunque no hubiera infierno, te temiera.

    No me tienes que dar porque te quiera,
    pues aunque lo que espero no esperara,
    lo mismo que te quiero te quisiera.

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  16. Jose Antonio Echániz23 de enero de 2010, 9:29

    En cuanto a lo de la pata de conejo y los siglos de "razonamiento teológico", todo es ponerse.

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  17. La superstición es a la religión lo que la astrología es a la astronomía, la hija loca de una madre cuerda. Voltaire
    Saludos, Javier, desde El Puerto de un antiguo compañero del colegio Argantonio y del Guadalete, y enhorabuena por tu blog al que me enganché hace un par de días y prometo no abandonaré.
    Me alegra saber que te desenvuelves muy bien por la "blogfera"...... y por la vida.
    Mi madre, impedida físicamente pero muy cuerda, te manda saludos. Te prometo imprimiré tus entradas para que las lea.

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  18. Qué impresión volver a conectarnos por este medio, amigo, después de tantísimo tiempo. Y la frase de Voltaire, quién lo diría, buenísima. Un abrazo y también a tu madre, de quien me acuerdo.

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